Y como ola de mar al Sol sereno, bajo el espacio azul rueda en espuma: Oh mago, oh mago amor!
(José Martí)
Una tarde mezcalera, nos encontrábamos conspirando con Santiago y Tisa en la Casa del Árbol, disfrutando Mezcal nosotros y Vino ellas, cuando de pronto cambió para siempre mi apreciación del Mezcal.
Si bien yo sabía que el Mezcal es especial, no sabía porqué, ya que -como ustedes saben- hay cosas que uno sabe y luego descubre o recuerda, o como dicen –aprende- y otras que simplemente uno se las inventa o imagina.
En todo caso, nunca me imaginé cuan especial es el Mezcal, hasta que Santiago me lo recordó, o me lo hizo descubrir o me enseñó, y créanme que lo que les digo no es ni un invento, ni producto de mi imaginación.
Los Mexicanos somos hijos del maíz y del agave (también llamado maguey, pita, cabuya, fique o mezcal) y como tal, la bebida denominada Mezcal, producto del maguey, no solo nos identifica como Mexicanos, sino que permite a todo aquél que lo beba, sentir y saber qué se siente ser Mexicano, tal y como sucede cuando se beben otros destilados del maguey, tales como el comiteco, la bacanora, el pulque, la raicilla, el tequila y el sotol.
No es casualidad que el Mezcal tenga la popularidad que tiene entre todos aquellos que buscan al beberlo despertar sus orígenes Mexicanos, aquellos que todos tenemos, hayamos nacido donde hayamos nacido, ya que nuestra cultura es no solo ancestral, sino también universal.
El Mezcal se viene produciendo en México desde hace más de cuatro siglos, con procesos ancestrales que hoy debemos cuidar, proteger y ante todo, respetar, de ahí la importancia de que cuando uno bebe Mezcal, lo haga con el honor y respeto que éste se merece.
Para producir el Mezcal, aquél que se produce respetando las tradiciones, debe uno esperar entre diez y quince años, que es el tiempo que le toma al corazón del Maguey recibir suficiente Sol y Sereno para poderse entregar y crear el elixir celestial. De ahí la importancia de preservar los métodos tradicionales de destilación artesanal, ya que aquellos producidos industrialmente no son, ni jamás serán, ni producirán nunca lo mismo, que produce un auténtico Mezcal artesanal.
Después de esos más de diez años, el maguey se sacrifica para entregarnos su corazón y con él, permitirnos recibir los años de Sol y Sereno en él acumulados.
El Sol, aquél que todos los días se levanta para iluminarnos y llenarnos de vida y el Sereno, aquél que se va turnando con el Sol, para dar lugar a la noche, inundarnos de frescura, arroparnos con su humedad; esos dos, sin quienes la vida no existiría.
El corazón del maguey, pleno de esa dualidad que representan el Sol y el Sereno da vida al Mezcal que, cual sagrada medicina ancestral, al beberla nos ilumina el corazón, despertando en nosotros el sentimiento acumulado de años de recibir día tras día y noche tras noche al Sol y al Sereno, para que nuestro corazón se abra y bien abierto, se exprese.
El Mezcal es también la medicina apropiada para quitarnos las máscaras, aquellas que nos pusimos los Mexicanos y que tan bien describe Octavio Paz en su Laberinto de la Soledad. Las máscaras que nos pusimos para vivir la afrenta y el largo periodo de obscuridad, que ya no lo es más.
Las propiedades del Mezcal han hecho de él un elemento indispensable para la toma de decisiones en las comunidades de nuestro adorado México y bien deberíamos de seguir el ejemplo en nuestras propias “comunidades”.
Se reúnen en mesas redondas para discutir temas de interés general o que afectan o pudieran afectar a la comunidad, en las que todos expresen libremente sus opiniones y puntos de vista, para buscar un consenso o dejar que los abuelos tomen la que consideren es la mejor decisión para la comunidad, después de haber escuchado todos los puntos de vista de sus integrantes.
Estas asambleas inician con una ceremonia de Mezcal que consiste en que cada quien bebe de una jícara la dosis de Mezcal que necesita, pasándola entre todos los representantes hasta que ésta se termine, lo que permite que cada quien exprese sus opiniones y puntos de vista desde el corazón, desprovisto de cualquier máscara, de forma que todos hablen y sean escuchados, se les tome en cuenta, y por el bien de todos, para todos, en comunidad, se tomen las decisiones y se llegue a consensos.
Debemos agradecer y honrar debidamente al Mezcal, ya que nos permite a todos abrir nuestros corazones, quitarnos las máscaras y hermanarnos con los demás seres humanos, para encontrarnos con el Mexicano que llevamos dentro y vivir en armonía con el universo, en plena sincronía, en comunidad.
Es responsabilidad de todos nosotros honrar el sacrificio del maguey y estar conscientes de ello al beber Mezcal o cualquiera de sus destilados, sabiendo que al hacerlo estamos siendo bendecidos por la entrega del maguey que transformó años de Sol y Sereno en elixir celestial para abrir e iluminar nuestros corazones, quitarnos las máscaras, permitir que hablemos con y desde el corazón y asumamos nuestra condición de seres humanos, hermanados y unidos en sincronía con todos y con él todo, el Sol, el Sereno, el universo de la raza cósmica a la cual todos pertenecemos y lo honremos, bebiendo con respeto el sagrado Mezcal, la única bebida a la que se le dan besos en vez de tragos.
Yo lo Creo
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