Estamos participando activamente en la más grande batalla que se ha librado en la guerra más antigua de la que se tiene memoria en este planeta, una batalla de dimensiones nunca antes vistas, en la que cada uno de nosotros se encuentra viviendo en su interior combates épicos que se manifiestan en una lucha por la sobrevivencia en el exterior.
De esta guerra nadie nunca se ha librado, y hoy en día las batallas las luchamos día con día, lo queramos o no. No hay forma de evitar enfrentar esta batalla, la última de todas las que hemos luchado, y que pone fin a esta era de la humanidad, que ya nunca más será y es preludio de la nueva era que está por iniciar.
La batalla se libra en dos planos, en el plano físico y en el plano mental y espiritual.
En el plano físico, nuestros cuerpos luchan a cada instante batallas por mantenerse sanos y por absorber o repeler el virus para seguir viviendo en este plano.
Como siempre, hay que cuidarnos y mantenernos sanos, física y emocionalmente, hidratarnos, alimentarnos sanamente, reír, cantar, bailar y amar.
El resultado de la batalla dependerá de cuán preparados nos encontramos en este momento y qué tan dispuestos estamos para entregarnos a lo que será, que tan confiados estamos en recibir lo que la vida tiene para nosotros, o que tan fuertes estamos para resistirnos a todo lo que es.
En el plano mental y espiritual, nuestra mente y nuestro espíritu libran la madre de todas las batallas, la batalla por la ascensión de la consciencia universal, es una batalla en la que podemos librarnos de todo lo que nos dijeron que éramos, para ser quienes realmente somos. Una batalla en la que podemos despertar de la ilusión para ser plenamente humanos, o seguir viviendo bajo la ilusión en la que nos encontrábamos. Es una lucha individual que trasciende a todos y toda la humanidad, ya que todos somos uno y llegamos todos o no llega ninguno.
No es una guerra nueva, es una guerra que se ha venido librando desde que el hombre cobró consciencia de su propia existencia y creyó que era un ser separado del todo. Hoy llegó el momento de la madre de todas las batallas, para la que todos nos preparamos, para la que vinimos, por la que vivimos aquí y ahora.
Ha sido un largo recorrido para volver a ser uno con el todo, en el que la mente ha dominado el espíritu y ha mantenido la ilusión de nuestra separación, ha mantenido la ilusión de creer lo que nos han dicho, siglos de dominación, separación, desintegración, conquistas, sometimiento, control, abuso, imposición, tantos … que hemos olvidado quienes somos.
Somos seres de luz, inmortales y eternos, seres creadores de nuestra propia realidad, somos amor y estamos al servicio del ser que lo integra todo.
TODOS SOMOS UNO.
Si no estás creando es porqué estás obedeciendo.
Si no ves tu camino, es porqué vienes siguiendo el de alguien.
Si no estás amando, es porque tienes miedo.
Si algo no funciona, es porque no sirve.
Si tu lucha es para amar, confiar, creer, crear, amar, servir, escuchar, contener, crear soluciones, resolver conflictos, abastecer, sembrar, cuestionar, amar, vivir, luchas por ser plenamente humano y te estás preguntando hoy si existe un regreso a la normalidad, sabiendo y creyendo que no lo hay.
Tú sabes que no lo hay.
Tu intuición te lo dice, tu corazón lo sabe, tu mente se resiste.
Es momento de no dar vuelta atrás, ya lo creíste y ahora es momento de crear lo que va a ser, con esa certeza de que no podemos regresar a una normalidad que es todo menos normal.
De lo que tu creas depende tu futuro, el de tus seres queridos, el de la humanidad entera.
Para ti que lo creíste, es momento de crearlo.
Yo lo Creo
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