Estamos donde nos encontramos, ya sea solos o acompañados.
Algunos somos afortunados de estar viviendo en confinamiento, resguardo, vigilia o aislamiento.
Lo anterior nos permite ver como se materializan los lazos invisibles y siempre presentes de todas nuestras conexiones, ya sean éstas con nuestra familia, nuestra familia extendida, nuestros amigos, nuestro clan, nuestra tribu, nuestros colegas y demás conocidos.
Esos lazos invisibles hoy se materializan en forma de mensajes, videoconferencias, pensamientos e intención.
Hoy debe de quedarnos claro que estamos todos interconectados y estamos interrelacionados.
La situación actual también nos permite experimentar que para poder ayudar a los demás, primero me debo de cuidar yo mismo.
La recomendación para todos hoy es la de quedarnos en casa. Al tomar esta medida, cuando somos afortunados para poder hacerlo, a quienes ayudamos es a todos los demás, empezando por los servicios de salud pública, médicos, enfermeras, personal de los hospitales y centros de salud, a nuestra comunidad.
Al cuidarte tú, cuidas de todos.
Cuan cierto es ello y cuantas veces se nos ha dicho y no hemos hecho caso.
Si tu te cuidas, no te enfermas, si tu te cuidas, vives una vida sana que te permite disfrutarla plenamente.
Si has sido de aquellos que ha cuidado de si, de su cuerpo, de su mente, de su espíritu, estás preparado para enfrentar los retos que trae consigo la vida, cualquiera que estos sean, estás sano en todos los aspectos y estás en una excelente posición y seguramente, disposición para ayudar a los demás, no solo cuidándote, sino de otras maneras.
Finalmente, si te estás cuidando, y guardando la sana distancia que se recomienda para evitar contagios, te sugiero que consideres no solo guardar una sana distancia física, sino que hagas lo mismo por lo que respecta a todo el ruido e información que está circulando y que no contribuye en nada a tu bienestar y el de la comunidad.
De ti depende evitar que se siga propagando toda aquella información que contribuye a generar miedo, separación, ansiedad, sufrimiento, los cuales no contribuyen a nada bueno para nadie.
Tú decides cómo vas a contribuir a crear el ambiente que hoy vivimos.
Recuerda que guardar silencio, es no decir nada. Si guardas silencio, tan necesario en estos momentos de vigilia y recogimiento, de introspección y de reflexión, contribuyes de forma por demás poderosa a que todos tengamos el silencio que requerimos para tener claridad, vivir plenamente este detenimiento y crear la realidad que nos corresponderá vivir a todos en comunidad (común-unidad) donde hay lugar siempre para todos.
Yo lo Creo
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